Tierras incógnitas
tierras desconocidas
navegando por mares nunca antes descubiertos.
Tierras extranjeras, de fuego y agua,
tierra bendita tu carne y la mia
creando un nuevo hábitat
definiendo a nuestro modo la libertad...
Tu lengua urga como explorador
la selva húmeda de mi ser,
te bañas en mis lagos,
reposas en las montañas del norte.
Diriges tu expedición hasta mis labios
mientras tus manos descansan
en la cueva secreta de mi orografía
de la cual cada día te adueñas un poco más...
El río de tus labios desemboca en mis oídos
emanando frases nunca mencionadas
haciendo brotar como fuente sagrada mi entrepierna.
Lamo tus montes, mojo tus praderas
marco un camino que no se borrará.
Como un animal salvaje
penetras mi cueva inviolable,
las lenguas se unen,
ahora somos un nuevo continente
rebozando aguas azules,
campos violetas
y cielos carmesí.
Ésta nueva tierra es húmeda y caliente
mansa y excitante
compuesta de labios mojados
caricias tiernas,
vientres ardientes.
Volcanes emergen.
los mares hierven,
jugamos a ser creadores
poseedores de poder infinito,
exaltando los sentidos
violando lo no permitido
saltando los obstáculos,
ignorando las señales de advertencia.
Porque somos camino sin andar,
una playa virgen,
un mar en tempestad.
Tierra morena y caliente
cabalgando sobre niebla gris
embriagando con tu brisa mis senos
entregandonos a media noche...a media luz.
Convirtiendonos en eclipse
bendición maldita o
maldición bendita,
tierra exótica y desconocida
abriéndose completamente
a los deseos de un explorador curioso.
¿Hecho fortuito o mera casualidad?
¿Tus velas te trajeron hasta este lugar?
¿El viento fue generoso?
¿Las profecías lo anunciaban?
Un dios vendrá de tierras lejanas,
traerá el maná prometido...
Pero te he visto andar por estos caminos...
y te he reconocido...y sé que no eres un dios...
no eres ese que anuncia la profecía...
Pero aún así....
Ésta tierra generosa
vasta de frutos y tesoros
se abre a tu tierra...le da la bienvenida.
Tu dulce aroma baña mi piel......
Recorriendote (Gioconda Belli)
Quiero morder tu carne,
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso.
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso.
Nadar en tus ojos, unirlos a los mios y tener en común una mirada y un pensamiento, sin necesidad de palabras profanas, sin interrumpir la humedad del instante...noches y días... navegando en tus mares...retozando en tus playas...soñando, solo eso...soñando una y otra vez....
mi noche se aproxima...tu mañana promete un intenso carmesí....
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