domingo, 25 de noviembre de 2012

De nuevo en tu piel...






La noche fue corta para tanta pasión.
He de confesarte que en estos momentos sigo adolorida,
las manchas de mi cuello intensas se muestran orgullosas,
violáceas y fulgurantes pruebas de un deseo cegador.
Me duele la carne, las piernas, mi sexo...y mi ano.
Pero es un dolor que no duele del todo
y mucho menos cuando vienen como flash los recuerdos
de hace apenas unas horas.

Nuestros cuerpos a media luz, tu sexo en mi boca y entre mis senos.
Y tus penetraciones bestiales,
haciendome gemir, morder tus labios y tu mis pezones.
Dolor exquisito cuando me penetraste el culito sin aviso previo,
morder la almohada como último recurso, porque aunque doloroso,
no deseaba que te detuvieras; habían pasado ya tantas semanas sin sentirte
sin tenerte dentro, casi olvidaba el olor embriagador de tu sexo,
pero estuvimos por fin, de nuevo en el espacio nuestro, en ese lugar que solo
existe para los dos, en tus abrazos cálidos, tu piel firme, tus labios gruesos.

En ese lugar donde perdemos nuestra humanidad
para convertirnos en animales, decididos a follar
hasta que la piel arda, el aliento se extinga
y la luz del alba nos recuerde que somos extraños
 que yo debo volver a casa y tu a la ducha,
a continuar  la rutina diaria
 y despedirnos en la calle con un amable beso en la mejilla.