miércoles, 23 de enero de 2013

Luces, cámara...




Violeta era así...
siempre misteriosa.
X, en cambio expresaba muy bien lo que quería, Violeta era mejor con las caricias, era su lenguaje, aunque X con solo mirarla sabía lo que ella estaba pensando y es que su relación era así, pocas palabras pero certeras, muchos silencios y muchos gemidos. Siempre la veía y es que eso me bastaba, ella era perfecta, dulce y caliente. Y yo, solo un pobre diablo enamorado.


Aquella tarde en la habitación 512 del gran hotel donde siempre se encontraban, Violeta llegó con una gran maleta arrastrando, era muy pesada para sus frágiles brazos, verla andar por el corredor era ya un deleite semanal para los empleados del hotel. Lucía preciosa siempre con su melena negra cayendo sobre sus hombros, su piel blanca y sus labios de fuego, era una ,mujer sensual, de una extraña belleza, pero bella al fin y al cabo.
Provocaba reacciones a su paso, tanto de hombres como de mujeres, no podría decir que era exactamente lo que atraía, ni siquiera X sabía a ciencia cierta lo que tanto le atraía, sus caderas eran prominentes, deliciosamente perturbadoras, siempre envueltas en un vestido o una falda ceñida, tacones sensuales que marcaban peligrosamente sus pantorrillas y esas piernas ¡Dios Mío!, cuántas fantasías tuve con esas piernas, imaginándolas cada noche enredadas en mi cuello, perdiéndome en su calidez en su suave textura, imaginando su sabor...

Como decía anteriormente, aquella tarde llegó más temprano de lo normal, en la habitación se despojó de su abrigo, abrió la pesada maleta y comenzó por armar un trípode, yo aún no entendía la razón del porqué se me había citado en esa habitación.

X me había contactado dos días antes, me dijo que la señorita con la que solía ir todos los viernes necesitaba un favor especial, pues tenía una tarea importante para una clase de la universidad, que me daría una buena suma de dinero si le ayudaba, que no era gran cosa, solo un par de "clicks" y ya estaba. No tendría que ir a ningún lugar pues como era ya costumbre el viernes acudirían al hotel y ahí realizarían dicha tarea.

-¿Puedo ayudarla?- pregunté intentando romper un poco la tensión que flotaba en el ambiente.
Violeta no contestó.

En cambio prosiguió colocando lámparas y conectando cables. Al verla en esa situación mi ardor por ella crecía, me mostraba otra Violeta distinta a la que solo veía entrar y salir de una habitación, era fuerte, determinada y autosuficiente. Por último sacó una cámara de video y una fotográfica, las colocó una a una en los trípodes y desapareció en la penumbra de la habitación contigua.

-Buenas tardes caballero-saludaba X desde el umbral de la puerta.
La sola presencia de aquel hombre llenaba aun más de misterio aquella habitación, algo fuerte flotaba, un aire denso y sensual, una fuerza extraña que jamás había experimentado.

-Llegas tarde-susurró Violeta, ataviada en un sensual camisón blanco. X la tomó entre sus brazos y la besó tan profundamente que sentí como mi sexo reaccionaba, deseando ser aquel tipo que metía tan magistralmente su lengua a la pequeña y voluptuosa boca de esa ninfa perfecta de mis sueños húmedos, mientras sus dedos hurgaban bajo el camisón, entre sus nalgas, haciendo gemir levemente a la hermosa doncella de porcelana.

-Ok, manos a la obra, mira- me hizo una mueca, que yo deduje significaba que me acercara-tu trabajo consiste en tener a Violeta en primer plano, siempre enfocada, la cámara de video permanecerá fija hasta que yo te indique algún acercamiento, mientras tanto tomarás fotografías, durante toda la acción, ok?

Atónito ante la imagen de Violeta que para ese entonces ya estaba postrada en la cama sin camisón solo con unas pequeñas bragas, no pude contestar, más aún, no tenía la menor idea de lo que me estaba pidiendo X.

-Solo una cosa, muchacho, no te distraigas, haz un buen trabajo y te daré una buena recompensa.

Asentí.

X comenzó a desnudarse y fue ahí cuando me dí cuenta de que lo que estaba a punto de presenciar era algo más allá de lo que deseaba, pues nunca ni en mis más oscuros deseos me había pasado por la cabeza, filmar al objeto de mis masturbaciones, de las noches de fiebre agonizando por desear tanto a una mujer inalcanzable.

Violeta miraba a la cámara, coqueteando, mordiendo sus labios exquisitos, tocando su sexo. X se acercó a ella, besando su deliciosa piel, le besaba el cuello, los hombros, los pechos, mordía sus pezones, lamía su vientre...y mientras tanto en mi pantalón, una erección se hacía evidente. La lengua de X llegó hasta el sexo húmedo de Violeta, gemía y se retorcía de placer, el pene de X era ya una enorme erección que a poco se perdió en los labios de mi ninfa. Yo estaba atónito con un deseo incontenible de masturbarme ahí mismo y correrme en la espalda de mi diosa, en sus pezones perfectos porque más allá sería incluso pecaminoso desearlo.

La cámara disparaba por inercia..mi mano derecha se ocupaba de saciar un poco esa ganas malditas de violarla, de arrojar a X por la ventana y disfrutar de la carne y la miel de esa mujer ardiente.

Estaba gozando tanto con aquella escena, que no me dí cuenta de que ellos se habían detenido. Abrí los ojos y me miraban fijamente. Con una sonrisa de complicidad X me hizo una mueca señalando la videocámara. Avergonzado y acalorado, la sujeté.
-No lo olvides, no pierdas ningún detalle de mi princesa-dijo X, mientras se incorporaba y se servía un trago.

Nervioso me acerqué un poco a la cama, pero Violeta me sugirió que sería mejor que me acercara un poco más. Así lo hice, hasta quedar a muy pocos centímetros de ella. Se acercó y comenzó a desabotonar mi pantalón.

-¿Está ocurriendo de verdad?-gritaba en mi interior-¿sería posible que la fantasía más grande de mi vida estaba a unos segundos de hacerse realidad?

Y así fue, Violeta sacó con delicadeza mi pene erecto y lo lamió suavemente hasta hacerme perder la cabeza. lo fue metiendo hasta su garganta, era tan perfecta su técnica, su lengua precisa, su saliva caliente y yo ...yo deseaba morir en ese instante perfecto, pues no habría mejor dicha que morir en esos labios, con esa mirada lasciva comiéndome por dentro y por fuera. X se encontraba en un sillón masturbándose tranquilamente, como si aquella situación fuera de lo más normal en su vida.

-¡Basta!-un sobresalto me devolvió a la realidad, X se acercó a Violeta, la besó intensamente mientras hundía sus dedos en su vagina.
-Ahora coloca la videocámara ahí, de modo que tenga una vista amplia de la cama-me señaló un trípode que estaba en una esquina de la habitación. -Y ahora ven, vamos a penetrarla los dos.
Mi cabeza giraba al ver a mi Violeta abrirse como una flor para mí. La penetré y el cielo se abrió ante mí. ¡Qué dulzura de sexo! ¡Qué humedad tan exquisita y tersa! yo la embestía mientras ella devoraba completa la erección de X.

Violeta me montó y en ese momento lamí sus pezones, bebí su perfume embriagador. X la penetraba por detrás y ella era un temblor constante, gemía en mi oído mordía mi cuello, disfrutaba al igual que yo de esa unión. Las embestidas de X aumentaban nuestro ritmo y yo explotaria en cuestión de segundos.
-Voy a correrme- le susurré, ella se aferró a mí con las uñas clavadas en mis hombros, me besó metiendo su dulce lengua a mi boca, mordió mi labio inferior y estalló en un grito. Me dejé llevar por los movimientos frenéticos que marcaba X.
-Quiero que te corras dentro de mí-me dijo dulcemente al oído.
En ese momento sentí todo un torrente desprendiéndose de mí recorriendo mi pene, buscando urgentemente ocupar cada espacio del cuerpo perfecto de aquella mujer que había saboreado. Le besé los labios, apreté sus pechos aferrándome a esa sensación y a ese momento que estaba por terminar. X terminó un poco después de mí. Besó la espalda de mi ninfa y se dejó caer en el sillón, encendió un cigarrillo, Violeta se perdió de nuevo en la penumbra, intuí que se daría una ducha y yo permanecí recostado en silencio, saboreando aún los restos de su esencia.

-El dinero está en esa mesa-dijo friamente X- te sugiero no abras la boca respecto a lo que acaba de ocurrir, sabes bien que si lo deseo puedo hacer que te echen de éste hotel y dadas tus circunstancias económicas no creo que te convenga.-Anda, quita esa cara, haz hecho un gran trabajo y además la pasaste bien, vuelve a tu trabajo-me indicó la salida.

Salí más desorientado y confuso que cuando había entrado a esa habitación, ni siquiera tomé el dinero, me sentía confundido y además humillado. Llegué a la sala de descanso, ahí estaban varios de mis compañeros de trabajo, me miraban como quién mira a un animal a punto de morir. Dos de ellos bajaron la mirada. Uno más sonrió agriamente. Y otro replicó: Te aseguro que ni siquiera tomaste el dinero. Salí de aquella sala envuelto en carcajadas y burlas. Vagué por los pasillos del hotel, buscando un refugio para mi desconcierto, pero ahí no encontraría la paz que necesitaba, quería salir lo más pronto posible. En la calle Violeta subía a un gran coche de la mano de X, besándose continuamente, atrayendo miradas como era costumbre y enamorando a más idiotas mientras la lujuria y el deseo los embriagaba.



No hay comentarios:

Publicar un comentario